El soplo del Dragón Helado

Hace más de mil años, el Viejo Continente Verde era nuevo: tierra frondosa y virgen donde brotaron estirpes inquietas. En las tupidas selvas del norte el clima era más temperado y las tribus crecieron y se esparcieron por las tierras del sol de medianoche, siguiendo los cursos de los ríos y las rutas de las manadas de renos. Otras se afincaron junto al mar, al abrigo de fiordos profundos, y desafiaron las olas para extraer sus tesoros.

Más tarde llegó el frío. El soplo del Dragón Helado empujó a los pueblos más audaces en busca de calor y de campos feraces. Cuando los señores del hierro y los señores de los caballos abandonaron sus feudos para conquistar los reinos del Sur, las tribus salvajes y huidizas, las que vivían a la sombra de los bosques, se enseñorearon de las tierras norteñas.

3 comentarios:

  1. Hola, Kaerog. Qué sorpresa que alguien haya entrado aquí. En este blog relato a grandes rasgos los orígenes del reino de Slavamir, como trasfondo de mi novela Estirpe Salvaje... y de otras que vendrán más adelante. Lo que pasó, continúa en las siguientes entradas del blog.

    ResponderEliminar