Los señores del oro

Un día apareció el oro. Nadie recuerda quién lo descubrió primero. Tal vez un pastor abrevando su ganado entre los riscos; quizás un muchacho vagando por una ribera solitaria; tal vez una mujer, lavando ropa en el río. Lo cierto fue que, en la tierra más agreste y apartada, apareció el mineral de los dioses.

Y los señores de aquellos valles se apoderaron de él. Se adueñaron de los valles y convirtieron a los buscadores en mercenarios. Guerrearon entre sí hasta que un solo linaje dominó los arroyos de arenas doradas. Un nuevo poder desafió a las ciudades boyantes: el de los señores del oro.

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